La mente es el motor que pone en
marcha la realidad objetiva. De esta forma, la detención del constante
flujo de pensamientos que conforma el mundo mental supone de forma
automática la desaparición de la apariencia fenoménica y con ello de la
ilusión. Esta corriente de ideaciones conceptuales persiste debido al
continuo movimiento del prana o energía vital, con ayuda de los nadis,
que son los canales sutiles lalana y rasana, ambas representando las actividades objetivas y subjetivas y las actividades kármicas.
Si el prana se transfiere de los canales izquierdo y derecho al canal central o avadhuti,
queda transformado en energía de sabiduría. Con ello, la mente pierde
su alimento y consecuentemente su actividad, logrando extinguir la
dualidad y la noción del “yo” individual, y propiciando la experiencia
del ser interno y real.
Esta transferencia del prana se puede
conseguir a través de la práctica constante de determinada técnica
meditativa que da como resultado la generación de un tipo de calor
físico, llamado çandali o tummo, que significa “fiero”
o “furioso”, cuya experimentación sirve para quemar los objetos
mentales que dan lugar a la confusión y que impiden la realización
espiritual.
Junto a la generación de tummo o çandali,
otra parte importante del Yoga del Calor Interno se centra en la
maestría sobre el uso de éste, con el fin de que pueda realizar su tarea
de purificación de los órganos espirituales internos. Por ello, este
yoga es la raíz o fundamento de todos los demás Yogas.
fuente: trikaya
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