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martes, 27 de enero de 2015

El yoga de Patanjali - Parte III




¿Cómo es posible la Liberación?
Efectivamente, el Sâmkhya-Yoga ha comprendido que "el espíritu (purusha) no puede ni nacer ni destruirse, no es esclavo ni activo (= en activa búsqueda de la liberación), no está ni sediente de libertad ni liberado" (...) "Su modo es tal que ambas posibilidades están excluidas" (...) El Sí-mismo es puro, eterno y libre; no podría ser esclavizado, porque no puede tener relaciones con otra cosa que sí propio. Pero el hombre cree que el purusha está esclavizado y piensa que se lo puede liberar. Son ilusiones de nuestra vida psicomental. Pues, de hecho, el espíritu "esclavizado" es libre de toda eternidad. Si la liberación se nos aparece como un drama, ello se debe a que nos situamos desde un punto de vista humano; el espíritu no es sino "espectador"(sâkshin), así como la "liberación" (mukti) no es sino una
toma de conciencia de su libertad eterna.
Yo creo sufrir, creo estar esclavizado, deseo la liberación. En el momento en que -habiendo "despertado"- comprendo que este "yo" (asmita) es un producto de la materia (prakriti), comprendo al mismo tiempo que toda la existencia no ha sido sino una cadena de momentos dolorosos y que el verdadero espíritu "contemplaba impasiblemente" el drama de la "personalidad".
Así, la personalidad humana no existe como elemento último, no es sino una síntesis de experiencias psicomentales, y se destruye -o, dicho de otro modo, cesa de actuar- desde que se ha cumplido la revelación. Semejante en ello a todas las creaciones de la sustancia cósmica, la personalidad humana (asmita) actuaba, también ella, con vistas al "despertar", por eso, una vez realizada la liberación, se hace inútil. La situación del espíritu (purusha) tal como el Sâmkhya y el Yoga la conciben, es un tanto paradójica. Aunque puro, eterno e intangible, el espíritu se presta empero a asociarse, así sea ilusoriamente, con la materia, y hasta para alcanzar conocimiento de su propio modo de ser y "liberarse" está obligado a servirse de un instrumento creado por la prakriti: de la inteligencia.

Sentido de la Liberación
La liberación (môksha) es, de hecho, una liberación de la vida del mal y del dolor. No es sino la toma de conciencia de una situación que ya existía, pero sobre la cual tendía sus velos la ignorancia. El sufrimiento se aniquila de por sí cuando comprendemos que es exterior al espíritu, que no concierne sino a la "personalidad" humana (asmita). Imaginemos, en efecto, la vida de un "liberado". Seguirá actuando, porque las potencialidades de las existencias anteriores, y las de su misma existencia presente anterior al "despertar", exigen actualizarse y consumarse conforme a la ley del karma (...) pero tal actividad ya no es suya: es objetiva, mecánica, desinteresada, en suma, no tiene como objetivo el "fruto". Cuando el liberado actúa, no tiene la conciencia de un "yo actúo" sino de un "se actúa"; en otros términos, no arrastra al sí mismo en el proceso psicofísico. Al no operar más la fuerza de la ignorancia, no se crean ya nuevos núcleos kármicos. Cuando todas las "potencialidades" quedan destruidas, la liberación es absoluta (...) La "libertad" que se adquiere por medio del conocimiento metafísico o por el yoga es, sin embargo, real y concreta. No es cierto que la India haya buscado la liberación en un sentido sólo negativo; antes bien, quiere realizar, positivamente, la libertad. En efecto, el "liberado en vida" puede extender la esfera de su acción tan lejos como quiera. Nada tiene que temer, pues sus actos no tienen ya consecuencias para él ni, por lo tanto, límites. Como nada puede esclavizarlo ya, el "liberado" puede permitírselo todo en cualquier dominio de actividad; pues el que actúa no es ya él en tanto que "Sí-mismo", sino un simple instrumento impersonal.

La Estructura de la Experiencia Psíquica
El Yoga clásico comienza donde el Sâmkhya termina. Patáñjali se apropia casi enteramente de la filosofía del Sâmkhya, pero no cree que el conocimiento metafísico pueda por sí solo conducir al hombre a la liberación. El conocimiento, en efecto, no hace sino preparar el terreno para la adquisición de la libertad (mukti) La liberación debe, por así decirlo, conquistarse en alta lucha, especialmente por medio de una técnica ascética y un método de contemplación. La finalidad del Yoga, como la del Sâmkhya, es suprimir la conciencia normal en beneficio de una conciencia cualitativamente distinta, capaz de comprender exhaustivamente la verdad metafísica. Pero la supresión de la conciencia normal no es, para el Yoga, tan fácil de obtener. Además de la "filosofía", el darsana, implica una práctica (abhyâsa), una ascesis (tapas); en suma, una técnica fisiológica. Patáñjali define el yoga como: "La supresión de los estados de conciencia". Su técnica presupone, pues, el conocimiento experimental de todos los "estados que "agitan" la "conciencia" normal, profana, no iluminada. Pero entran todos en tres
categorias, correspondientes respectivamente a tres posibilidades de experiencia: l. los errores y las ilusiones (sueños, alucinaciones, errores de percepción, confusiones, etcétera.); 2. la totalidad de las experiencias psicológicas normales (todo lo que siente, percibe o piensa el profano, el que no practica el yoga); 3. las experiencias parapsicológicas desencadenadas por la técnica del yoga y accesibles, naturalmente, sólo a los iniciados (...) La finalidad del Yoga de Patáñjali es, pues, abolir las dos primeras categorías de experiencias (surgidas respectivamente del error lógico y del error metafísico) reemplazándolas por una "experiencia" extática, suprasensorial y extrarracional. Gracias al samâdhi, se trasciende definitivamente la condición humana -que es dramática, ya que nace del sufrimiento y en el sufrimiento se consuma- y se obtiene finalmente esa libertad total a la cual con tanto ardor aspira el alma india (...)
"Patáñjali, y con él una infinidad de maestros del yoga y del tantra, saben que la chittavrtti o "torbellinos de conciencia" no pueden ser controladas y finalmente abolidas a menos que se les haya "experimentado" antes. En otros términos, es imposible liberarse de la existencia (samsâra) si no se conoce la vida de una manera concreta. Así se explica la paradójica teleología de la Creación, que, según el Sâmkhya y el Yoga, por una parte "encadena" el alma humana y por otra la incita a la liberación (...) Al analizar la "individualidad psíquica", Patáñjali descubre cinco clases, o más bien, cinco "matrices" productoras de estados psicomentales (chittavrtti); la ignorancia (avidyâ) el sentimiento de individualidad (asmitâ; la persona), la pasión o apego (râga), el aborrecimiento (dvêsa) y el amor a la vida, (abhinivêsha).

La concentración sobre un único objeto
"El punto de partida de la meditación es en el Yoga la concentración sobre un objeto único, la ekágrata. Este objeto puede ser, indiferentemente, un objeto físico (el punto central del entrecejo, la punta de la nariz, una fuente luminosa, etcétera), un pensamiento (una verdad metafísica) o Dios (Isvara). La ekágrata tiene por resultado inmediato la censura de todos los automatismos psicomentales que dominan -y que, a decir verdad, constituyen - la conciencia profana.
La actividad de los sentidos y el inconsciente introducen continuamente en la conciencia objetos que la dominan y la modifican. Las asociaciones dispersan la conciencia; las pasiones la violentan. Aún en sus esfuerzos intelectuales, el hombre es pasivo: la mayoría de las veces no piensa, propiamente hablando, sino se deja pensar por los objetos. Bajo las apariencias del pensamiento se oculta en realidad un flujo indefinido y desordenado, nutrido por las sensaciones, las asociaciones y la memoria. El primer deber del yogi es pensar él, es decir, no dejarse pensar por los objetos. Por eso la práctica del yoga comienza por la ekágrata, que pone dique a la corriente mental y constituye un "bloque psíquico", un continuo firme y unitario (...)

Contenciones y Disciplinas
Los dos primeros grupos de práctica, yama y niyama, constituyen los preliminares insoslayables de cualquier ascesis. No presentan, por consiguiente, ninguna particularidad específica del yoga. Hay cinco "contenciones" (yama): ahimsa, "el no matar"; satya, "el no mentir"; asteya, "el no robar"; brahmacháriya, "la abstinencia sexual"; áparigraha, "la no avaricia".
Las "contenciones" no proporcionan un estado del yoga sino sólo un estado humano "purificado", superior al de la humanidad común (...) Paralelamente a estas contenciones, el yogi debe practicar los Niyama, es decir, una serie de "disciplinas" corporales y psíquicas. "La limpieza, la serenidad, la ascesis (tapas), el estudio de la metafísica del Yoga y el esfuerzo por hacer de Dios (Isvara) el motivo de todas las acciones, constituyen las disciplinas", escribe Patáñjali (...) Limpieza significa la purificación interna de los órganos (...)

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Bibliografía

viernes, 23 de enero de 2015

Baddha Konasana (Ashtanga vinyasa)

Baddha significa "atado" y kona "ángulo". Esta postura, que en ocasiones recibe el nombre de postura del Zapatero, es considerada por los textos de Yoga como la mejor de las asanas, puesto que cura enfermedades relacionadas con el ano; de hecho, para conseguir beneficios terapeúticos es imprescindible activar mula bandha y uddiyana bandha. A un nivel más físico, su aporte s que abre la cadera y actúa como contrapostura de Bhujapidasana y Kurmasana. Los alumnos que lleven años sentándose en el suelo conseguirán asumir esta postura sin problemas, pero quienes habitualmente utilizan sillas o han practicados deportes muy intensos pueden experimentar ciertas dificultades y quizá malestar o dolor mientras la aprenden. Por este motivo, se recomienda practicarla con sensibilidad y comprensión.



TÉCNICA
1. Vinyasa hacia abajo: (Vinyasa 1-6) Realiza la vinyasa de transición hasta adoptar la postura de Adho Mukha Svanasana.
2. Inhalando: Desde Adho Mukha Svanasana, salta para pasar las piernas entre los brazos y llegar a Dandasana. Siéntate con la columna recta y activa completamente mula bandha y uddiyana bandha.
3. Inhalando (5 respiraciones): (Vinyasa 7) Flexiona las rodillas y acerca los talones al perineo para presionarlo; luego junta los pies y alza las plantas (como si abrieras un libro). Ahora, "aflojando" las articulaciones de la cadera, presiona las rodillas sobre la colchoneta. Continúa activando los bandhas, eleva el pecho y estira la columna. Centra la mirada en nasagrai dristi (nariz) y realiza cinco respiraciones profundas completas.
4. Exhalando (5 respiraciones): (Vinyasa 8) Manteniendo la extensión de la columna, acerca el hueso púbico al suelo y flexionando el torso hacia delante desde las articulaciones de la cadera apoya la barbilla sobre la colchoneta. Cnetra la mirada en nasagrai dristi (nariz) y realiza cinco respiraciones profundas completas. Relaja los hombros y, trabajando con la energía direccional de uddiyana bandha, continúa ampliando el espacio entre el hueso púbico y el esternón con cada inhalación. En cada exhalación refuerza la aplicación de mula bandha.
5. Inhalando (5 respiraciones): Inhalando, deja de estirarte hacia delante y vuelve a sentarte. Ahora exhala, contrae el cuerpo hacia dentro desde el abdomen y curva la columna hacia abajo de tal modo que puedas apoyar la cabeza sobre las plantas de los pies. Continúa mirando hacia nasagrai dristi (nariz) y realiza cinco respiraciones profundas completas. Estírate desde la parte posterior del cuello a fin de prepararte para la siguiente posición.
6. Inhalando: (Vinyasa 9) vuelve a sentarte erguido y adopta la posición descrita en el paso 3.
7. Exhalando-Inhalando: Exhalando, deja de sujetarte los pies, cruza las piernas y coloca las manos sobre la colchoneta, separadas a la misma distancia que los hombros, por delante de las articulacines de la cadera. (Vinyasa 10). Inhalando, presiona con firmeza las palmas de las manos, inclínate hacia delante, levanta el cuerpo de la colchoneta y balancea las piernas entre los brazos, praparándote para tocar el suelo en Chatvari.
8. Vinyasa hacia arriba: realiza la vinyasa de transición hasta Adho Mukha Svanasana.

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jueves, 22 de enero de 2015

La postura perfecta

Autor: Phillip Moffitt
Traducción: Elisa Marzuca


 Ustedes conocen la sensación. Ahí están, en una clase de yoga, haciendo un esfuerzo sinéxito para hacer una de las llamadas posturas “avanzadas”. A tu lado hay un estudiante que lleva poco tiempo viniendo a clases y sin embargo es capaz de hacer la postura. No parece justo. Te frustras y fantaseas con renunciar. Sales de la clase pensando “¿Por qué estoy haciendo esto? ¿Por qué mejor no vuelvo a trotar o regreso al gimnasio?” Luchas con estos ires y venires de desaliento; y no es fácil volver a clases, pero de algún modo u otro vuelves. O quizás eres otro tipo de estudiante –el “eternamente flexible”. Haces muy bien la mayoría de las posturas, estás absorto en tu práctica y puedes focalizarte eternamente en los isquiones que suben o las ingles que se alargan. Pero después de un tiempo te comienzas a dar cuenta que hay una sensación de estancamiento en tu práctica de yoga. Las otras personas de la clase te dicen que tus posturas se ven maravillosas. Pero tienes una sensación de vacío en tu práctica, como lo describe uno de mis profesores: “No hay yoga en tu yoga”.

¿Qué tienen en común el estudiante constantemente desalentado y el eternamente flexible? Aunque no lo parezca, ambos sufren de lo que yo llamo “fiebre yogui”. La fiebre yogui es una infección psicológica que te hace pensar en tu práctica de yoga como si su propósito fuera encontrar la postura mística, eterna y perfecta con la cual tu vida repentinamente se va a llenar de felicidad, de un entendimiento profundo y de la admiración de los que están alrededor.

Cuando estás infectado con la fiebre yogui, así como sucede con la fiebre común, tu mente se nubla un poco. Empiezas a soñar con la postura perfecta y dejas de hacer la postura. Dejas de prestar atención al “aquí y ahora” en tu práctica de yoga y te pierdes en la fantasía –“Si solo…” o “¿Por qué no puedo…?” o “Cuando pueda…entonces voy a…”. En el tipo de estudiante que se desalienta con frecuencia, ésta es una infección solamente dolorosa y temporal; los síntomas incluyen una mente que compara constantemente y que se juzga a sí misma, lo cual genera tensión, auto-repugnancia y fatiga. Por otro lado, el eternamente flexible tiene una versión crónica con la cual es mucho más difícil lidiar. Pueden experimentar sentimientos de disociación, de estar absortos en uno mismo y de letargo, que pueden conducir a la entropía en la práctica y que reflejan un patrón de evitación y falta de crecimiento en la vida. Es como si estuvieras haciendo yoga en la clínica de la montaña Suiza descrita en La Montaña Mágica de Thomas Mann´s (Vintage, 1996), donde nada realmente sucede y todo está envuelto en una forma de hastío que evita el acceso a cada momento. Alguien contagiado con la versión crónica de la fiebre yogui, parece usar el yoga como una droga para escapar de la vida.

Yo soy alguien que tiene ataques periódicos de fiebre yogui. Incluso durante la niñez tenía un cuerpo tieso y un rango de movimiento inusualmente limitado. Más adelante, cuando tenía un poco más de 20 años, por una afortunada casualidad, me encontré tomando una clase de yoga. Yo era lejos el estudiante menos flexible, sin embargo sentía que estaba volviendo a casa. Desde ese momento las limitaciones de mi cuerpo me han dado varias oportunidades para desalentarme periódicamente y entramparme en el pensamiento “si solo…”, y también, para forzar mi cuerpo más allá de lo que realmente es capaz de hacer. He ido aprendiendo, en forma gradual, a acoger mi cuerpo y estar más presente en el momento. Me di cuenta que el único yoga que puedo hacer es el yoga que puedo hacer con este cuerpo, tal cual es. A su vez, he obtenido una sensación sentida de ocupar o de estar en mi cuerpo; una sensación bastante maravillosa y que está disponible para todos, pero relativamente pocos la descubren.

Ya seas del tipo que se desalienta constantemente o el eternamente flexible, probablemente deseas al menos una postura perfecta, lo cual hace que entres en la mente que compara o que se juzga a sí misma –los primeros síntomas de la fiebre yogui. Quizás es un paro de cabeza de 15 minutos, una extensión plena o el escorpión con los pies tocando la cabeza. Podrías decir que esto no tiene nada de malo, dado que te motiva y te da algo con lo cual puedes medir tu progreso. Esto es cierto siempre y cuando se detenga ahí…pero, ¿se detiene ahí? ¿Cuántas veces te ha sucedido que mientras estás en clase o practicando en tu casa te des-sintonizas de lo que está ocurriendo en tu cuerpo en ese momento y comienzas a fantasear con cómo se verá tu postura en el futuro? ¿Con cuánta frecuencia juzgas tus posturas como si les faltara algo, empujando tu cuerpo y llevándolo al “cómo debería ser”, o bien, te comparas negativamente con los otros? En cada una de esas instancias estás contagiado con la fiebre yogui. Tu mente está atrapada en la ilusión, en el deseo y el rechazo. No hay yoga en este estado mental; estamos abandonando el cuerpo, que tendrá que arreglárselas por cuenta propia, y la mente está perdiendo la oportunidad de aprender como acoger lo que sea que surja en el momento.

En el tipo de meditación que enseño, vipassana, el corazón de la práctica es estar presente con atención plena y ecuanimidad. En está técnica usamos la meditación sentada y caminando como dos formas principales de práctica, pero también enfatizamos que la práctica sucede en cualquier minuto de tu vida, no solo durante la sesión formal de
meditación. Lo mismo es cierto para el hatha yoga; el tiempo que pasas en el mat de yoga es tu práctica formal, donde aprendes a fortalecer y estirar el cuerpo y a focalizar tu mente. Sin embargo, la intención más profunda del yoga es crear un estado de fluidez y flexibilidad en el cuerpo y en la mente que permita manejar el estrés y los dolores físicos y mentales que inevitablemente surgen en tu vida. Si practicas con esta intención, no importa cómo se ven tus posturas.

Este principio de orientar tu práctica hacia tu vida se llama “integración”, un concepto adoptado por el místico Indio Sri Aurobindo, creador del Yoga Integral. Integración es lo que lleva al yoga más allá de un ejercicio. Desafortunadamente, dada la forma en que con frecuencia se enseña el yoga hoy en día, este principio pasa desapercibido. El foco está puesto en desafiar a los estudiantes para que alcancen la postura perfecta o para que pasen al siguiente nivel de una práctica en particular. Estar enfocado en una meta no hace más que fomentar la fiebre yogui. Puede contagiar a toda una clase o incluso a un centro de yoga por largos períodos de tiempo. Si quieres integrar tu vida con la práctica sirve recordar que las asanas son simplemente herramientas, no un fin en sí mismo. Son medios para experimentar la vida de forma más profunda y libre. Uno de mis profesores de Vipassana nos contó una historia acerca de un casino de Las Vegas que tenía un cartel que decía “Debes estar presente para ganar”. Él dice que lo mismo es válido para la meditación: tienes que estar plenamente presente y atento para profundizar en tu práctica. Cuando estás perdido en la fiebre yogui dejas de estar en el momento. Aunque ese estado dure unos segundos o sea algo habitual, no hay yoga en tu yoga.

Cuando ves el yoga desde la perspectiva de la postura perfecta que has creado en tu imaginación, que has visto en un libro o que has observado en tus compañeros de clase o en tu profesor, pierdes el acceso a ti mismo. Estás haciendo yoga de memoria y tu mente no obtiene la fortaleza necesaria para estar presente en las situaciones difíciles que surgen en la vida. Tampoco aprendes a estar presente en las necesidades de tu cuerpo mientras estás sentado en un avión por horas, mientras diriges una reunión en la cual estás bajo mucha presión o mientras llevas a un bebé en la espalda.

Cuando experiencias tu yoga desde la actitud de la postura perfecta ya no estás haciendo yoga. Más bien lo estás transformando en una forma de gimnasia, como si hubiese jueces de los cuales esperas obtener la calificación más perfecta posible. La gimnasia es un deporte hermoso, pero no es el yoga de Patanjali. Tu profesor puede haber olvidado esta verdad. Yo conozco un profesor para quién esto es verdad; he aprendido mucho de esta persona y he mandado a otros a estudiar con él. Cada vez que incentivo a alguien a practicar con él les digo “Aprende las técnicas brillantes que este profesor te puede ofrecer pero no te quedes atascado en su visión, ya que en sus enseñanzas no hay una visión de vida más allá del mat y no tiene la visión que la vida misma es la verdadera práctica de yoga”.

Muchos profesores me han dicho que es difícil hacerles clases a estudiantes que tienen una fiebre yogui crónica ya que al tener mucha facilidad para hacer las posturas no se relacionan con el desafío de la misma manera que estudiantes menos flexibles. Un profesor me decía que se le partía el corazón ver personas con cuerpos muy flexibles que vienen a clases y se aburren o se ponen muy ambiciosos sin nunca estar forzados a encontrarse consigo mismos.

Cuando trabajo con estudiantes eternamente flexibles, mi enfoque es traer su vida emocional a la clase. Elijo un aspecto físico de las posturas, por ejemplo algo en las caderas o en los hombros, y traigo su atención a ese detalle. Una y otra vez, les pregunto qué están sintiendo, qué están haciendo sus mentes y cual es su intención en ese momento. La idea es hacer que dejen de usar el yoga como un escape y alentarlos a experimentar plenamente en su yoga. Si se están sintiendo mal en clase por una situación difícil que tuvieron con su esposa/o, entonces esos sentimientos se vuelven parte de la postura.

Unas semanas atrás estaba dictando un seminario en un gran centro de conferencias y una mañana fui a una clase de yoga abierta para todos los participantes. El instructor era un hombre joven con un cuerpo muy flexible que estaba haciendo posturas cuando entré a la sala. Lo observé mientras me evaluaba como alguien con fuerza y estabilidad pero con poca flexibilidad. Era una evaluación que estaba acostumbrado a recibir. La clase comenzaba con Adho Mukha Svanasana y a partir de sus comentarios rápidamente quedó claro que él miraba a las personas desde la perspectiva de la flexibilidad, no de la conciencia corporal. Cuando llegamos a las posturas de pié, se acerco a mi y con una sorpresa en su voz me susurró “Tienes una práctica muy linda”. Al decir esto aludía a que estaba “en/dentro de” mi práctica, dentro de los límites de mi cuerpo mi intención era visible. Cuando escuché esto les di las gracias a mis profesores una vez más, porque era un cumplido para la paciencia que ellos tuvieron, y le agradecí a mi cuerpo por haber resistido mis ataques de fiebre yogui.

Habrá momentos en que tú también estarás contagiado con la fiebre yogui, sin estar presente en la experiencia actual de tu cuerpo y mente. Esto es inevitable. Sin embargo, el yoga no se trata de evitar estos ataques, si no de estar conciente de ellos cuando surgen y de volver al presente –volver a este cuerpo, a esta mente, tal cual son– y tratarte a ti mismo con amabilidad y compasión. Cuando comienzas a dominar esta comprensión tu práctica de yoga aparecerá en el resto de tu vida. Cada momento de tu vida es igual al momento en que empiezas a hacer una postura. En cierto modo, tenemos que encontrar la mejor postura emocional, actuar con la mayora cantidad de comprensión que esté disponible y estirarnos a estar presentes honestamente en lo que sea que esté surgiendo. Esto es el yoga perfecto.

Phillip Moffitt es el fundador y presidente de Life Balance Institute, una organización sin fines de lucro dedicada al estudio de la relación mente-cuerpo en un contexto de crecimiento personal y de liderazgo organizacional. Es instructor de yoga y educador somático; tiene un cinturón negro en aikido y enseña meditación vipassana en Turtle Island Yoga Center en San Rafael, California. Es co-autor de “The Power to Heal” (Prentice Hall, 1990).

lunes, 19 de enero de 2015

Kukutasana (Purna Yoga Integral)

Kukutasana o postura del gallo, bajo la tradicion del Purna yoga Integral.





TÉCNICA
1. Desde postura de sentado.
2. Inhalando, cruce las piernas en Loto. Exhale.
3. Inhale, pase los brazos por entremedio del espacio que se genera entre la pierna y el muslo. Apoye manos en el piso. Exhale.
4. Inhale y busque dejar todo su peso solo sobre las manos. Eleve la cadera, abra el pecho y busque mantener la columna recta. Mantenga un par de respiraciones.

VARIACIONES
-En caso que siento que la fuerza no alcanza para poder levantar el cuerpo, puede usar unos ladrillos de madera bajo las manos para que le den más altura y empezar a practicar el equilibrio.
-En caso que no pueda realizar Loto con sus piernas puede intentar realizarlo con medio loto.

BENEFICIOS
Permite trabajar el equilibrio, la concentración y la fuerza de los brazos.

PRECAUCIONES
Quienes tengan problemas en las articulaciones de las muñecas, manos, codos u hombros no deben realizar esta asana.

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jueves, 15 de enero de 2015

El yoga de Patanjali - Parte II




El dolor Universal
"Todo es sufrimiento para el sabio", escribe Patáñjali (Y.S., II,l5). Pero Patáñjali no es ni el primero ni el último que registra este dolor universal. Mucho antes que él, el Buda había proclamado: "Todo es dolor, todo es efímero". Es un leitmotiv de toda la especulación india post-upanishádica (...) Sin embargo, este dolor universal no lleva a una filosofía pesimista. Ninguna filosofía, ninguna gnosis india, cae en la desesperanza. La revelación del "dolor" como ley de la existencia puede considerarse, al contrario, como la condición necesaria de la liberación. Ese sufrimiento universal tiene pues, intrínsecamente, un valor positivo, estimulante. Recuerda sin cesar al sabio y al asceta que resta un solo medio para alcanzar la libertad y la beatitud: retirarse del mundo, desapegarse de los bienes y de las ambiciones, aislarse radicalmente (...)

"Liberarse" del sufrimiento, tal es el fin de todas las filosofías y de todas las místicas de la India. Ya sea que esta liberación se obtenga directamente por el "conocimiento", según por ejemplo, las enseñanzas del Vêdânta y del Sâmkhya, ya por medio de técnicas -como lo creen, con el Yoga, la mayoría de las escuelas budistas-, es un hecho que ninguna ciencia tiene valor si no persigue la "salvación" del hombre (...)

Función Soteriológica del Conocimiento
En la India, el conocimiento metafísico tiene siempre una finalidad soteriológica, es decir, la de rescatar o salvar al individuo en el plano mental y espiritual. Así, sólo se aprecia y se busca el conocimiento metafísico (vidyâ, jñâna, prajñâ), es decir, el conocimiento de las realidades últimas, pues sólo él procura la liberación. En efecto, por medio del conocimiento, el hombre, desprendiéndose de las ilusiones del mundo fenoménico, "se despierta".

"Por medio del conocimiento" quiere decir: por la práctica del retiro, que tendrá por efecto hacerle recobrar su propio centro, hacerlo coincidir con un "verdadero espíritu" (purusha, âtman). El conocimiento se transforma así en meditación y la metafísica se torna soteriología (...) Así, según el
Sâmkhya, quien quiere obtener la liberación debe comenzar por conocer a fondo la esencia y la forma de la Naturaleza (prakriti) y las leyes que rigen su evolución. El Yoga, por su parte, acepta también este
análisis de la Sustancia, pero no asigna valor sino a la práctica contemplativa, única para revelar experimentalmente al hombre la autonomía de la omnipotencia del Espíritu." (...)

El "Sí-Mismo"
El espíritu (el alma), en tanto que principio trascendente y autónomo, es aceptado por todas las filosofías hindues, salvo los budistas y los materialistas (...) Patáñjali en los Yoga-Sutra, II, 5, nos recuerda que la ignorancia consiste en considerar lo que es efímero, impuro, dudoso y no-espiritual como eterno, puro y de la naturaleza de la beatitud y del espíritu (...) La causa así como el origen de esa asociación paradójica del Sí-mismo y de la vida (es decir, de la materia) sólo podrían llegar a comprenderse por un instrumento de conocimiento que no implicara de modo alguno la materia y fuera por lo tanto distinto de la buddhi. Pero tal conocimiento es imposible en la condición humana actual: no se "revela" sino a quien ha trascendido la condición humana ; el "intelecto" no participa en modo alguno de tal revelación, que es más bien el conocimiento de sí, el conocimiento del Sí-mismo (...)

La Sustancia y las Estructuras
Patáñjali se refiere sólo incidentalmente a la prakriti (Y.S., II, 3) y sus modalidades, los guna (...) y ello únicamente para establecer sus relaciones con la vida psicomental y las técnicas de liberación. Supone conocido el análisis de la Sustancia, laboriosamente emprendido por los autores del Sâmkhya. La prakriti es tan real y eterna como el purusha; pero, a diferencia del Espíritu, es dinámica y creativa. Aunque perfectamente homogénea e inerte, esa sustancia primordial posee, por así decirlo, tres "modos de ser", que le permiten manifestarse de tres maneras diferentes y que se denominan los guna: (l) el sattva, modalidad de la luminosidad y de la inteligencia, (2) el rajas , modalidad de la energía motriz y de la actividad mental, (3) el tamas, modalidad de la inercia estática y de la oscuridad psíquica." (...)

El Sâmkhya-Yoga ofrece también una interpretación subjetiva de los tres guna al considerar sus “aspectos" psíquicos. Para Patáñjali, cuando predomina el sattva la conciencia queda calma, clara, comprensiva, virtuosa; dominada por el rajas, se torna agitada, incierta, inestable; subyugada por el tamas, se hace oscura, confusa, apasionada, bestial. Pero, claro está, esta valoración subjetiva y humana de las tres modalidades cósmicas no está en contradicción con su carácter objetivo, ya que "externo" e "interno" no son sino expresiones verbales. Con este fundamento fisiológico, se comprende por qué el
Sâmkhya-Yoga considera toda experiencia psíquica como un simple proceso "material", La moral se resiente con ello: la pureza, la bondad, no es una cualidad del espíritu sino una "purificación" de la "materia sutil" representada por la conciencia. Los guna impregnan la totalidad del universo y establecen una simpatía orgánica entre el hombre y el cosmos, entidades ambas compenetradas por el mismo dolor de la existencia, ambas al servicio del único y absoluto Sí-mismo, ajeno al mundo y arrastrado por un destino ininteligible. De hecho, la diferencia entre el cosmos y el hombre es de grado, no de esencia (...)

La Relación entre Espíritu y Naturaleza
Si bien la filosofía del Sâmkhya-Yoga no explica la razón ni el origen de esta extraña asociación que se ha establecido entre el espíritu y la experiencia, procura, sin embargo, explicar la índole de la misma y definir el carácter de las mutuas relaciones entre ambos principios. No se trata de relaciones reales en el sentido propio del término, como las que existen, por ejemplo, entre los objetos externos y las percepciones. Las relaciones reales implican, en efecto, cambio y pluralidad; pero éstas son modalidades esencialmente impuestas a la índole del espíritu. Los "estados de conciencia" no son sino productos de la prakriti, y no pueden mantener con el espíritu ninguna clase de relación, ya que él, por su índole misma, está por encima de toda experiencia. Pero -y tal es, para el Sâmkhya-Yoga , la clave de esta situación paradójica- la parte más sutil, más transparente de la vida mental, osea la inteligencia (buddhi) en su modo de pura "luminosidad" (sattva), tiene una cualidad específica la de reflejar al espíritu (...)

El Sâmkhya y el Yoga, para alcanzar la liberación del dolor, niegan el dolor como tal, suprimiendo así toda relación entre el sufrimiento y el Sí-mismo. Desde el momento en que comprendemos que el Sí-mismo es libre, eterno y inactivo, todo cuanto nos ocurre; dolores, sentimientos, voliciones, pensamientos, etcétera, no nos pertenecen más. Todo ello constituye un conjunto de hechos cósmicos, condicionados por leyes ciertamente reales, pero de una realidad que nada tiene en común con nuestro
purusha. El dolor es un hecho cósmico, y el hombre sufre ese hecho o contribuye a perpetuarlo únicamente en la medida en que acepta dejarse arrastrar por una ilusión.
El conocimiento es un mero "despertar" que revela la esencia del Sí-mismo del espíritu (...)

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Bibliografía

miércoles, 7 de enero de 2015

Bhujapidasana (Iyengar)

Bhuja significa brazo u hombro. Pida significa dolor o presión. Esta asana, el cuerpo se mantiene en equilibrio sobre las manos apoyando las rodillas postriores en los hombros; de ahí su nombre.


TÉCNICA
1. De pie en Tadasana. Separa los pies unos 60 centímetros.
2. Inclínese hacia delante y doble las rodillas.
3. Coloque las palmas de las manos en el suelo entre las piernas, separadas alrededor de 45 centímetros.
4. Apoye los muslos posterires en la parte posterior de los brazos superiores. Apoye los muslos en la parte central de los brazos superiores, entre hombros y codos.
5. Al principio, al colocar los muslos en esta posición, levante los talones del suelo.
6. Espire, levante despacio los dedos de los pies del suelo uno a uno, manteniéndose en equilibrio apoyado en las manos. Después, entrecruce los tobillos. Al principio las piernas se resbalarán y resultará difícil mantener el equilibrio. A fin de asegurarlo, intente colocar los muslos posteriores tan altos como pueda en los brazos superiores. Los brazos estarán ligeramente doblados. Pruebe a estirar los brazos tanto como pueda y eleve la cabeza.
7. Permanezca en el equilibrio respirando normalmente todo el tiempo que sus muñecas le permitan sostener el peso del cuerpo. A continuación, suelte los pies llevando las piernas hacia atrás una a una y apóyelos en el suelo. Levante las manos del suelo y colóquese de pie en Tadasana.
8. Repita la postura cambiando el cruce de los tobillos. Si en un principio el pie derecho estaba colocado por encima del izquierdo, al repetir la postura coloque el pie izquierdo por encima.

EFECTOS
Mediante la práctica de esta asana se fortalecen las muñecas y las manos, asi como los músculos abdominales, debido a la contracción del abdomen. El cuerpo se sentirá ligero. Practicando esta asana se desarrollan y tonifican los músculos menos de los brazos sin necesidad de aparatos especiales o gimnasios. Las distintas partes del cuerpo contituyen las pesas y contrapesos.

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lunes, 5 de enero de 2015

Tara mantra


Mantra relativo a las 21 formas en las que invocan a Tara los que buscan protección contra alguna desgracia o calamidad.
Están transcritos de acuerdo con la pronunciación tibetana.

Um tare tütare tare ture soha
Um banza tare sarva biganen shindham kuru soha
um tare tütare mama sarva lam lam bhaya shindham kuru soha
Um tare tütare ture mama sarva bham dzala bhaya shindham kuru soha
Um tare tütare ture mama sarva ram ram dzala bhaya shindham kuru soha
Um tare tütare ture mama sarva yam yam dzala bhaya shindham kuru soha
Um ratanta tare sarva loka jana piteya dara dara diri diri sheng shen dza dzanjia na bu sheng kuru um
Um tare tütare ture mama sarva eh eh maha hana bhaya shindham kuru soha
Um tare tütare ture mama sarva dik dik dikshena raksha raksha kuru soha
Um tare tutare ture sarva dushing bikanen bham peh soha
Um tare tütare tue sarva ham ham dushing hana hana drasaya peh soha
Um tare tütare ture sarva heh heh dzaleh dzaleh benda peh soha
Um tare tütare ture sarva diksha dzala raha ra peh soha
Um garma tare sarwa shatdrum biganen mara sehna ha ha heh heh ho ho hung hng binda binda peh
Um tare tütare ture sarva dzara sarva dhukka brasha manaya peh soha
Um tare tütare ture braja ayiu shei soha
Um tare tütare ture dzambeh moheh dana meti shri soha
Um tare tütare ture sarva ata siddhi siddhi kuru soha

jueves, 1 de enero de 2015

Garbha Pindasana & Kukkutasana (Ashtanga Vinyasa)

Garbha significa "útero", pinda se traduce como "feto" y kukku quiere decir "gallo". Estas dos posturas representan al momento culminante de la serie de Yoga Chikitsa, cuando tu cuerpo genera un calor óptimo. Tantos bandhas como vinyasas han creado tal fuego interno que sudas por todos los poros, y ello es lo que te proporciona la lubricación que necesitas. Esta secuencia brinda varios beneficios, pero el principal es la presión que ejerce sobre el bazo y el hígado, que elimina las toxinas de estos órganos y produce un efecto depurador. Balancear y hacer rodar el cuerpo también es excelente para toda la columna, puesto que elimina cualquier tensión que pudieras haber desarrollado en la secuencia de la Tortuga.


TÉCNICA
1. Vinyasa hacia abajo: (Vinyasas 1-6). Realiza la vinyasa de transición hasta adoptar Adho Mukha Svanasana.
2. Inhalando: Desde la postura de Adho Mukha Svanasana, salta entre los brazos hasta Dandasana y flexiona las piernas, primero la derecha en Padmasana o Loto. Recuerda que deslizarás los brazos en el espacio que separa el tendón de Aquiles de los muslos. 
3. Aún inhalando: Usando la mano izquierda como aopyo, mantén los dedos rectos como cuchillos y llevando el antebrazo hacia la izquierda desliza la mano y el antebrazo derecho entre tu Loto derecho, justo frente al tobillo izquierdo. Invirtiendo las instrucciones en cuanto a la derecha y la izquierda, repite el movimiento con el otro brazo.
4. Inhalando (5 respiraciones): (Vinyasa 7) Flexiona el brazo izquierdo para hacer que el codo pase entre la pierna y luego ahueca las manos para que te sujeten la cara. Manteniendo el equilibrio sólo sobre los huesos de las nalgas estírate desde el hueso púbico hasta el esternón y abre la zona del pecho. Centra la mirada en nasagrai dristi (nariz) y realiza cinco respiraciones profundas completas. Si consigues taparte los oídos con  los dedos cmprobarás que el sonido interno de tu respiración se asemeja al que oye un feto mientras se encuentra en el útero.
5. Exhalando: (Vinyasa 8) Mete la cabeza entre las manos y acorta la distancia entre tu esternón y hueso púbico mientras te curvas hasta asemejarte a una pelota. Redondea toda la columna, ya que cualquiero parte que quede plana te impedirá rodar. Sigue exhalando mientras ruedas hacia atrás siguiendo la linea de la columna.


6. Inhalando-exhalando:  Gira las nalgas ligeramente hacia la derecha para ayudarte a girar en el sentido de las agujas del reloj y rodar hacia delante mientras inhalas, siempre siguiendo la línea de la columna. Luego exhala y rueda hacia atrás, girando una vez más las nalgas hacia la derecha. Repite todo el proceso nueve veces para completar un círculo completo y finaliza con tu columna alineada con el centro de la colchoneta.
7. Inhalando (5 respiraciones): (Vinyasa 9) Cuando ruedes por última vez, usa la fuerza de la inhalación para iniciar Kukkutasana: coloca las manos planas sobre el suelo y estira los brazos para elevar el cuerpo. Abre el pecho, levanta la cabeza y centra la mirada en nasagrai dristi (nariz). Realiza cinco respiraciones profundas completas.


8. Inhalando: (Vinyasa 10) Desliza los brazos hacia fuera para colocar las manos a ambos lados de tu Loto; presiona con firmeza las palmas y eleva el cuerpo de la colchoneta. Activa los bandhas y balancea las piernas flexionadas entre tus brazos. En el punto de equilibrio, abandona la posición de Loto y prapárate para "lanzar" las piernas hacia atrás y el pecho hacia delante y tocar el suelo en Chatvari.
9. Vinyasa hacia arriba: realiza la vinyasa de transición hasta Adho Mukha Svanasana.

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