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viernes, 22 de noviembre de 2013

Bhagavad-Gita: Capitulo Uno.

Capitulo Uno: Observando los ejércitos en el campo de batalla de Kurukṣetra

Bg 1.1 Dhṛtarāṣṭra dijo: ¡Oh, Sañjaya!, ¿qué hicieron mis hijos y los hijos de Pāṇḍu después de reunirse en el lugar de peregrinaje de Kurukṣetra con deseos de pelear?
Bg 1.2 Sañjaya dijo: ¡Oh, Rey!, después de ver el ejército dispuesto en formación militar por los hijos de Pāṇḍu, el rey Duryodhana fue a donde se encontraba su maestro y se dirigió a él con las siguientes palabras.
Bg 1.3 ¡Oh, maestro mío!, he ahí el gran ejército de los hijos de Pāṇḍu, dispuesto de manera tan experta por tu inteligente discípulo el hijo de Drupada.
Bg 1.4 Aquí en este ejército hay muchos arqueros heroicos de la talla de Bhīma y Arjuna: grandes guerreros tales como Yuyudhāna, Virāṭa y Drupada.
Bg 1.5 También hay grandes, heroicos y poderosos guerreros, tales como Dhṛṣṭaketu, Cekitāna, Kāśirāja, Purujit, Kuntibhoja y Śaibhya.
Bg 1.6 Están el magnífico Yudhāmanyu, el muy poderoso Uttamaujā, el hijo de Subhadrā y los hijos de Draupadī. Todos estos guerreros son grandes combatientes de cuadriga.
Bg 1.7 Mas, para tu información, ¡oh, el mejor de los brāhmaṇas!, permíteme hablarte de los capitanes que están especialmente capacitados para dirigir mi fuerza militar.
Bg 1.8 Hay personalidades tales como tú, Bhīṣma, Karṇa, Kṛpa, Aśvatthāmā, Vikarṇa y el hijo de Somadatta llamado Bhūriśravā, todos los cuales triunfan siempre en la batalla.
Bg 1.9 Hay muchos otros héroes que están dispuestos a dar la vida por mí. Todos ellos están bien equipados con diversas clases de armas, y todos tienen experiencia en la ciencia militar.
Bg 1.10 Nuestro poderío es inconmensurable y estamos perfectamente protegidos por el abuelo Bhīṣma, mientras que la fuerza de los Pāṇḍava, cuidadosamente protegida por Bhīma, es limitada.
Bg 1.11 Todos ustedes, desde sus respectivos puntos estratégicos de entrada a la falange del ejército, deben ahora darle todo su apoyo al abuelo Bhīṣma.
Bg 1.12 Entonces, Bhīṣma, el magno y valiente patriarca de la dinastía Kuru, el abuelo de los guerreros, hizo sonar su caracola muy estruendosamente, produciendo un sonido como el del rugido de un león y causándole placer a Duryodhana.
Bg 1.13 Después de eso, súbitamente sonaron todas las caracolas, los tambores, los clarines, las trompetas y los cuernos, y el sonido conjunto fue tumultuoso.
Bg 1.14 En el bando opuesto, tanto el Señor Kṛṣṇa como Arjuna, que se encontraban en una gran cuadriga tirada por caballos blancos, hicieron sonar sus caracolas trascendentales.
Bg 1.15 El Señor Kṛṣṇa hizo sonar su caracola, llamada Pāñcajanya; Arjuna hizo sonar la suya, la Devadatta; y Bhīma, el que come vorazmente y realiza tareas hercúleas, hizo sonar su aterradora caracola, llamada Pauṇḍra.
Bg 1.16-1 El rey Yudhiṣṭhira, el hijo de Kuntī, hizo sonar su caracola, la Anantavijaya, y Nakula y Sahadeva hicieron sonar la Sughoṣa y la Maṇipuṣpaka. Ese gran arquero, el rey de Kāśī, el gran guerrero Śikhaṇḍī, Dhṛṣṭadyumna, Virāṭa, el inconquistable Sātyaki, Drupada, los hijos de Draupadī, y otros, ¡oh, Rey!, tales como el hijo de Subhadrā, el de los poderosos brazos, hicieron sonar sus respectivas caracolas.
Bg 1.1 El sonido de esas caracolas se volvió tumultuoso. Vibrando tanto en el cielo como en la Tierra, destrozó los corazones de los hijos de Dhṛtarāṣṭra.
Bg 1.20 En ese momento, Arjuna, el hijo de Pāṇḍu, sentado en la cuadriga que ostentaba el estandarte con la efigie de Hanumān, levantó su arco y se aprestó a disparar sus flechas. ¡Oh, Rey!, después de mirar a los hijos de Dhṛtarāṣṭra dispuestos en formación militar, Arjuna se dirigió al Señor Kṛṣṇa con las siguientes palabras.
Bg 1.21-22 Arjuna dijo: ¡Oh, Tú, el infalible!, por favor, pon mi cuadriga entre los dos ejércitos, de modo que pueda ver a aquellos que están aquí presentes con deseos de pelear, y con quienes debo enfrentarme en esta gran contienda armada.
Bg 1.23 Déjame ver a los que han venido aquí a pelear, deseando complacer al malvado hijo de Dhṛtarāṣṭra.
Bg 1.24 Sañjaya dijo: ¡Oh, descendiente de Bharata!, el Señor Kṛṣṇa, después de que Arjuna le dijo eso, condujo la excelente cuadriga hasta que estuvo en medio de los ejércitos de ambos bandos.
Bg 1.25 En presencia de Bhīṣma, Droṇa y todos los demás caudillos del mundo, el Señor dijo: “Tan sólo mira, ¡oh, Pārtha!, a todos los Kurus aquí reunidos”.
Bg 1.26 Ahí, Arjuna pudo ver en el seno de los ejércitos de ambos bandos, a sus padres, abuelos, maestros, tíos maternos, hermanos, hijos, nietos y amigos, y también a sus suegros y bienquerientes.
Bg 1.27 Cuando el hijo de Kuntī, Arjuna, vio a todas esas diversas clases de parientes y amigos, se llenó de compasión y dijo lo siguiente.
Bg 1.28 Arjuna dijo: Mi querido Kṛṣṇa, al ver a mis amigos y familiares presentes ante mí con tantos ánimos de pelear, siento que los miembros del cuerpo me tiemblan y que la boca se me está secando.
Bg 1.29 Todo el cuerpo me tiembla y tengo el vello erizado. Mi arco Gāṇḍīva se me está resbalando de la mano, y la piel me arde.
Bg 1.30 Ahora me siento incapaz de permanecer aquí por más tiempo. La razón se me está ofuscando y la mente me da vueltas. Sólo veo cosas que serán causa de infortunio, ¡oh, Kṛṣṇa, destructor del demonio Keśī!
Bg 1.31 No veo cómo puede resultar nada bueno del hecho de matar a mis propios parientes en esta batalla, ni puedo desear, mi querido Kṛṣṇa, ninguna victoria, reino ni felicidad subsecuentes.
Bg 1.32-35 ¡Oh, Govinda!, ¿de qué nos sirve un reino, la felicidad, o incluso la propia vida, cuando todos aquellos para quienes los deseamos se encuentran ahora formados en este campo de batalla? ¡Oh, Madhusūdana!, cuando maestros, padres, hijos, abuelos, tíos maternos, suegros, nietos, cuñados y demás familiares están dispuestos a perder la vida y sus propiedades y se encuentran ante mí, ¿por qué habría yo de desear matarlos, aun a pesar de que si no lo hago, ellos me maten a mí? ¡Oh, sustentador de todas las entidades vivientes!, no estoy dispuesto a pelear con ellos ni siquiera a cambio de los tres mundos, mucho menos por esta Tierra. ¿Qué placer vamos a obtener de matar a los hijos de Dhṛtarāṣṭra?
Bg 1.3 Si matamos a esos agresores, el pecado se apoderará de nosotros. Por lo tanto, no está bien que matemos a los hijos de Dhṛtarāṣṭra y a nuestros amigos. ¡Oh, Kṛṣṇa, esposo de la diosa de la fortuna!, ¿qué ganaríamos y cómo podríamos ser felices si matamos a nuestros propios parientes?
Bg 1.37-38 ¡Oh, Janārdana!, aunque estos hombres, con sus corazones dominados por la codicia, no ven mal alguno en matar a su propia familia ni en reñir con amigos, ¿por qué nosotros, que podemos ver el crimen en el que se incurre al destruir una familia, habríamos de cometer esos pecados?
Bg 1.3 Con la destrucción de la dinastía, se destruye la tradición familiar eterna, y, con ello, el resto de la familia se entrega a la irreligión.
Bg 1.40 ¡Oh, Kṛṣṇa!, cuando la irreligión prevalece en la familia, las mujeres de ésta se contaminan, y de la degradación de la mujer, ¡oh, descendiente de Vṛṣṇi!, surgen los hijos no deseados.
Bg 1.4 Un aumento de la población no deseada es causa segura de una vida infernal, tanto para la familia como para aquellos que destruyen la tradición familiar. Los antepasados de esas familias corruptas caen, porque las celebraciones para ofrecerles comida y agua son detenidas por completo.
Bg 1.4 Debido a las maldades de aquellos que destruyen la tradición familiar, causando con ello la aparición de hijos no deseados, toda clase de proyectos de la comunidad y actividades de bienestar para la familia quedan devastados.
Bg 1.43 ¡Oh, Kṛṣṇa, sustentador de las gentes!, he oído a través de la sucesión discipular, que aquellos cuyas tradiciones familiares fueron destruídas moran siempre en el infierno.
Bg 1.44 ¡Ay de mí!, ¡cuán extraño es que nos estemos disponiendo a cometer grandes actos pecaminosos! Llevados por el deseo de disfrutar de felicidad imperial, estamos decididos a matar a nuestros propios parientes.
Bg 1.4 Para mí sería mejor que los hijos de Dhṛtarāṣṭra, armas en mano, me mataran en el campo de batalla, desarmado y sin ofrecer resistencia.
Bg 1.46 Sañjaya dijo: Arjuna, habiendo hablado así en el campo de batalla, echó a un lado su arco y sus flechas, y, con la mente presa de dolor, se sentó en la cuadriga. 
 
Fuente: El bhagavad-gita tal como es.
 
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