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viernes, 1 de noviembre de 2013

Meditación del Centro del Cerebro

 
 
Hace aproximadamente diez años, encontré en un oscuro texto yóguico la referencia a una meditación escasamente conocida. Sin una instrucción directamente personalizada, comencé a practicar lo que denominé como la Meditación del Centro del Cerebro. Pero lo que primeramente fue sólo una investigación basada en la curiosidad, se convirtió con el tiempo en la práctica meditativa más gratificante que jamás había tenido el privilegio de experimentar. La Meditación del Centro del Cerebro constituye algo a lo que me referiré como "la llave conjunto". En una estructura generalmente existe una llave de conjunto, una punto donde, al ejercer presión, la totalidad de la estructura se ve afectada. Esta meditación es exactamente eso. Cuando la atención se dirige hacia su ejercitamiento, toda la estructura de tu conciencia se ve afectada. Cómo estás atento o despierto, cuánto y en qué, se verán alterados a través de la práctica de un modo positivo y a menudo espectacular.
 
Para lograr todos sus beneficios, considera a la Meditación del Yoga Kundalini como un requisito fundamental para ser practicado inmediatamente antes, ya que así los chakras se verán activados, lo que resulta esencial para trabajar con la Meditación del Centro del Cerebro. La causa de dicha importancia radica en que el objetivo del ejercicio consiste en dirigir la Kundalini al centro del cerebro. Aunque se pueda acometer este objetivo sin realizar con anterioridad la Meditación del Yoga Kundalini, el progreso resulta más lento.
El Método del Centro del Cerebro es muy simple. Tras finalizar tu Meditación Kundalini, dirige la concentración al mismo centro del cerebro. Pero ¿Cómo puede saber dónde se encuentra? Si trazas una línea recta desde el extremo de la parte alta de una de las orejas hasta la otra, y otra que descienda recta desde la cima de la cabeza, el punto de intersección de ambas líneas corresponderá al lugar donde enfocar la atención. Aunque también existe otra manera de encontrarlo. Respira despacio y regularmente por la nariz. Cuando inhales, el aire sube por los orificios de la nariz, por encima del paladar superior. Mentalmente, dibuja una línea que ascienda recta desde el centro del paladar superior, interceptando el lugar por donde discurre la respiración. Ligeramente más arriba es donde tienes que enfocar la atención.
Una vez dirigida a este sitio, con la boca cerrada y la punta de la lengua contra el paladar superior, respira despacio, regularmente y con cierta profundidad a través de la nariz. Toma extensas y pausadas inhalaciones, y exhala de la misma manera. Deja que la respiración circule hacia adentro y hacia afuera, una y otra ve, por el lugar en donde hemos situado el centro del cerebro. Esto es todo lo que tienes que hacer, respirar con constancia y sin interrupciones y dirigir una atención y concentración implacable al centro del cerebro. Cuando algún pensamiento irrumpa en tu conciencia, sencillamente déjalo marchar sin prestarle atención. Mantén la concentración únicamente en el centro del cerebro.
Dado que sería un oprobio o una ignominia el intentar (ineficazmente) describir lo que sucede durante su práctica, me reprimiré en hacerlo. Resulta suficiente decir que nunca había encontrado un método tan sólido, poderoso y radical como éste. Practícalo regularmente y con cuidado. Durante el primer año no excedas los 45 minuto más o menos, hasta que realmente puedas prolongar el tiempo todo lo que gustes. Si practicas tanto por la mañana como por la noche, tus horas de despertar y de dormir cambiarían, te dará energía y transformará tus sueños en algo muy interesante.
He podido comprobar que este método produce experiencias espontáneas fuera del cuerpo. La forma de provocarlo consiste en practica la meditación y, estando en ello, tumbarse como si uno fuera un cadáver. En dicha posición, yaces plano sobre el suelo, con los ojos cerrados, los pies separados algunos centímetros y los brazos también un poco distantes de los costados, con las palmas de las manos hacia arriba. Cuando respires, permite que todos los músculos se relajen, como si se desprendieran de tus huesos. Cuando ya estés completamente relajado, déjate llevar por la respiración. En dicha posición, puedes salir impelido repentinamente fuera de tu cuerpo. Esta experiencia no es comparable a ninguna otra, ya que en las demás permaneces en el cuerpo.
Durante una experiencia extracorporal, el cuerpo-mente permanece totalmente intacto, ya que el cuerpo con el que viajas es el astral, mucho más fino y delgado que el físico con el que vas a todas partes durante el día. Las limitaciones de tiempo, espacio y distancia son escasas, pudiéndose viajar muy, muy deprisa. Existen numerosos libros al respecto. Dichos viajes te abren a nuevos mundos que, si eres curioso y tiene coraje, encontrarás increíblemente fantásticos y gozosos, mucho más que tus más atrevidos sueños.
He aquí algo acerca de la Meditación sobre el Centro del Cerebro. Si estás decidido a emprender una radical transformación de la conciencia, practica este método diariamente durante años. Y ojalá que tus viajes resulten maravillosos.
 
Fuente: El poder interior de Chri Kilham
 

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