Sri T. Krishnamacharya
Quizá nunca hayas escuchado hablar de él, pero es posible que
Tirumalai Krishnamacharya haya influenciado e incluso inventado tu Yoga.
Ya sea que practiques las series dinámicas de Pattabhi Jois, el
refinado alineamiento de B.K.S. Iyengar, las posturas clásicas de Indra
Devi o el Vinyasa del ViniYoga hecho a tu medida, tu practica se origina
en la misma fuente: un brahmin de un metro cincuenta y cinco nacido
hace mas de cien años en una pequeña aldea del sur de la India.
No cruzo jamás ningún océano, pero el Yoga de Krishnamacharya
se ha esparcido por toda Europa, Asia y las Américas. Es difícil
encontrar hoy día una tradición yoguica cuyas asanas no haya
influenciado. Aun cuando aprendas de algún yogui apartado ahora de las
tradiciones asociadas con Krishnamacharya, es bastante probable que tu
maestro haya estudiado previamente el método Iyengar, Ashtanga, o
Viniyoga antes de desarrollar su propio estilo. Rodney Yee, que aparece
en numerosos y populares videos, estudio por ejemplo, con Iyengar.
Richard Hittleman, un conocido yogui de la T.V. de los años 70 estudio
con Devi. Otros profesores han incorporado enseñanzas de varios estilos
basados en Krishnamacharya, creando a su vez métodos particulares tales
como el White Lotus Yoga de Ganga White y el ISHTA Yoga de Manny
Finger. La mayoría de los profesores incluso de estilos no directamente
relacionados con Krishnamacharya – Sivananda y Bikram yoga, por ejemplo
- han sido influenciados por algunos aspectos de las enseñanzas de
Krishnamacharya.
Muchas de sus contribuciones han sido integradas de tal modo en
el tejido de la tela del Yoga que, la fuente ha sido olvidada. Se dice
que Krishnamacharya es responsable del moderno énfasis en Shirshasana
(paro de cabeza) y Sarvangasana (equilibrio sobre los hombros). Fue
pionero en el refinamiento de las posturas, en optimizar sus secuencias y
en atribuir valor terapéutico a asanas específicos. Al combinar
pranayama y asanas, hizo de las posturas una parte integral de la
meditación, en lugar de ser un paso en el camino que a ella conduce.
En efecto, la influencia de Krishnamacharya se puede apreciar,
mas nítidamente, en el énfasis en la practica de asanas, que ha llegado a
ser la rubrica del Yoga de hoy. Probablemente no ha existido otro
yogui que haya desarrollado tan deliberadamente las practicas físicas.
En el proceso, transformo el Ata – que era un oscuro riachuelo del Yoga
– en su cauce principal. El resurgimiento del Yoga en India le debe
muchísimo a sus innumerables tours y demostraciones, durante los años 30
y también a sus cuatro más famosos discípulos – Jois, Iyengar, Devi y a
su propio hijo T.K.V. Desikachar, que han jugado un enorme rol en la
popularización del Yoga en Occidente.
Recuperando las raíces del yoga
Cuando la Revista americana, especializada en yoga Yoga
Journal me pidió que escribiera sobre el legado de Krishnamacharya pensé
que seria tarea fácil seguir la huella de alguien que, murió solo hace
una década. Descubrí, sin embargo, que Krishnamacharya sigue siendo un
misterio, incluso para su propia familia. Nunca escribió sus memorias o
se atribuyo alguna de sus numerosas innovaciones. Su vida esta
envuelta en mito. Aquellos que lo conocieron bien ya son demasiado
ancianos. Y si perdemos sus recuerdos, corremos el riesgo de perder
mucho mas que la historia de uno de los hombres mas notables del yoga,
corremos el riesgo de perder la visión de la historia de esta vibrante
tradicion que hemos heredado.
Es curioso ver como la evolución de la personalidad de este
hombre multifacético influencia el Yoga que practicamos hoy día.
Krishnamacharya comenzó su carrera como profesor perfeccionando su
estricta e idealista versión del hatha yoga. Y, a medida que la
corriente de la historia lo fue forzando a adaptar, se transformo en uno
de los mas grandes reformadores del Yoga. Algunos de sus estudiantes lo
recuerdan como un maestro riguroso y volátil, B.K.S. Iyengar me dijo
que Krishnamacharya podría haber sido un santo ni no hubiese sido tan
egocéntrico y tenido tan mal genio. Otros lo recuerdan como un gentil
mentor que valoraba sus individualidades. Desikachar, por ejemplo,
describe a su padre como una persona amable que a menudo, colocaba
sobre su cabeza las sandalias de su difunto guru, en un acto de
humildad.
Ambos hombres continúan siendo totalmente leales a su guru, aun
cuando lo conocieron en diferentes etapas de su vida, es como si
recordaran a dos personas diferentes. Es posible apreciar todavía en
los tonos disonantes de las tradiciones que el inspiro, características
aparentemente opuestas, algunas suaves, algunas estrictas, cada una
atrayendo personalidades diferentes y agregando profundidad y variedad a
nuestra practica de Yoga, todavía en desarrollo.
Emergiendo de las sombras
El mundo del yoga que Krishnamacharya heredo a su nacimiento,
en 1888, era bastante diferente al de hoy. El yoga había perdido
mucha fuerza debido a las presiones del régimen colonial británico.
Solo un pequeño grupo de hindúes lo practicaba. Pero, a mediados del
siglo diecinueve y comienzos del veinte, movimientos revitalizadores
hindúes insuflaron nueva vida en la tradición india. De joven.
Krishnamacharya se sumergió en el aprendizaje de diversas disciplinas
clásicas hindúes, incluyendo el idioma sánscrito, rituales, leyes,
medicina india básica. Con el tiempo, iba a canalizar este amplio
bagaje de conocimientos hacia el estudio del Yoga, en donde sintetizaría
la sabiduría hindú de estas tradiciones.
Según notas biográficas escritas por Krishnamacharya cerca del
termino de su vida, su padre lo habría iniciado en el Yoga a la edad de
cinco años, época en que comenzó a enseñarle los Yoga Sutras de
Patanjali, y le dijo que su familia descendía de un respetado yogui del
siglo IX, Nathamuni. Aunque su padre murió antes de que
Krishnamacharya alcanzara la pubertad, inculco en su hijo una gran sed
por el conocimiento y el sedeo especifico e estudiar Yoga. En otro
manuscrito Krishnamacharya escribió, que cuando todavía era un mocoso,
aprendió 24 asanas de un Swami de Sringeri Math, el mismo templo que vio
nacer el linaje de Shivananda Yogananda. Luego, a la edad de 16 años,
hizo un peregrinaje al santuario de Narhamuni, en Alvar Tirunagari,
donde se encontró, en una extraordinaria visión, con su legendario
antepasado.
Tal como siempre contó esta historia, se encontró con un anciano
en la puerta del templo, quien le indico con el dedo un bosquecillo de
mangos que había por ahí cerca. Krishnamacharya camino hacia el
bosquecillo donde se desplomo de cansancio. Cuando volvió en si y se
levanto, noto que se habían reunido a su alrededor varios yoguis. Su
antepasado Nathamuni le canto versos de Yogarahasya (en sánscrito, La
esencia del Yoga), un texto perdido hacia mas de mil años.
Krishnamacharya lo memorizo y posteriormente lo transcribió.
Las semillas de muchas innovaciones en las enseñanzas de
Krishnamacharya se pueden encontrar en este texto, disponible ahora en
una versión en ingles (Yogarahasya, traducido por T.K.V. Desikachar,
Krishnamacharya Yoga Mandiram, 1998). Aun cuando la historia del autor
pudiese aparecer rebuscada, apunta a un importante razgo de la
personalidad de Krishnamacharya: Nunca se atribuyo originalidad. En su
versión, el Yoga es divino. Todas sus ideas, originales o no, se las
atribuyo a los antiguos textos, o bien a su guru.
Después de su experiencia en el santuario de Nathamuni,
Krishamacharya continuo la exploración de una panoplia de disciplinas
clásicas indias, obteniendo diplomas en filosofía, lógica, divinidad y
música. Practico Yoga a partir de los conocimientos rudimentarios,
obtenidos en los textos y en alguna entrevista ocasional con algún
yogui, pero siempre anhelaba estudiar mas profundamente, como le había
recomendado su padre. Un profesor universitario lo vio practicando sus
asanas y le recomendó que buscara un maestro llamado Shri Ramamohan
Brahmachari, uno de los pocos hatha yoguis que todavía quedaban.
Sabemos poco sobre Brahmachari, excepto que vivía en una remota cueva
con su esposa y tres hijos. Krishnamacharya cuenta que paso siete años
con su profesor memorizando los yoga Sutras de Patanjali, aprendiendo
asanas y pranayama, y estudiando los aspectos terapéuticos del Yoga.
Durante su aprendizaje. Krishnamacharya dice haber dominado 3000 asanas
desarrollado algunos de sus mas notables talentos, como detener el
pulso. A cambio de la instrucción, Brahnmachari le pidió a su leal
pupilo que retornara a su ciudad a enseñar Yoga y a establecer una
familia.
La educación de Krishnamacharya le habría permitido conseguir
una buena posición en cualquier prestigiosa institución, pero el
renunció a esas oportunidades y prefirió honrar la promesa que le había
hecho a su mentor. Y, a pesar de todo su entrenamiento, Krishnamacharya
regreso a la pobreza. En los años de 1920 enseñar Yoga no era
remunerativo. Los estudiantes eran pocos, y Krishnamacharya tuvo que
aceptar un trabajo como capataz en una plantación de café. Pero, en sus
días libres, viajaba por la provincia haciendo discursos y
demostraciones de Yoga. Krishnamacharya hizo uso de los siddhis, las
capacidades sobrenaturales del cuerpo yoguico, para popularizar el Yoga.
Estas demostraciones – destinadas a despertar el interés de una
tradición moribunda- incluían el suspender el pulso, detener vehículos
con sus manos, el hacer posturas inverosímiles y levantar objetos
pesados con sus dientes. Pensó que para enseñar Yoga, primero tenia que
atraer la atención del publico.
Por medio de un matrimonio arreglado, Krishnamacharya honro la
segunda petición de su guru. Los antiguos yoguis eran ascetas que
vivían en el bosque sin hogar ni familia. Pero el guru de
Krishnamacharya quería que el aprendiera la vida de familia y que
enseñara Yoga que sirviera al ciudadano común. Al comienzo esto resulto
ser mas difícil de lo imaginado. La pareja vivía en tal pobreza que
Krishnamacharya solo tenia un taparrabos, un retazo de genero del sari
de su esposa. Mas tarde recordaría este periodo como el mas duro de su
vida, pero las dificultades solo lograron endurecer aun mas su
inquebrantable resolución de enseñar Yoga.
El desarrollo del Vinyasa Yoga
La fortuna de Krishnamacharya mejoro cuando en 1931 recibió una
invitación para enseñar en el Sanskrit College de Mysore. Allí recibió
un buen salario y la posibilidad de dedicarse por completo a la
enseñanza del Yoga. La familia gobernante de Mysore, por mucho tiempo,
había promovido todas las formas de arte autóctono, apoyando e
inyectando nuevo vigor a la cultura india. Por mas de un siglo ya había
patrocinado el Hatha Yoga y la biblioteca contenía las mas antiguas
compilaciones ilustradas de asanas que ahora son conocidas:
Sritattvanidhi (traducidas al ingles por el erudito en sánscrito Mormas
E. Sjoman en The Yoga Tradition of the Mysore Palace, Adhinav
Publications, New Delhi, 1999).
Durante las dos décadas siguientes el Maharajá de Mysore ayudo a
Krishnamacharya a promover el Yoga a través de la india, financiando
demostraciones y publicaciones. Siendo diabético el Maharajá sintió
fuertemente la relación entre yoga y la recuperación de la salud, y
Krishnamacharya dedico mucho tiempo a desarrollar esta conexión. El
puesto de Krishnamacharya en el Sanskrit College no duro mucho. Era
demasiado estricto y sus alumnos se quejaron. Como al Maharajá le
gustaba Krishnamacharya y no quería perder su amistad y consejo, le
propuso una solución: le ofrecio la sala de gimasia del palacio para
que iniciara su propia escuela de Yoga, Yogashala.
Así empezó uno de los periodos mas fértiles de
Krishnamacharya. Durante este tiempo desarrollo lo que hoy se conoce
como Ashtanga Vinyasa Yoga. Como los pupilos de Krishnamacharya eran en
su gran mayoría jóvenes activos, adapto técnicas de Yoga, gimnasia y
lucha india, para desarrollar las secuencias dinámicas de asanas cuyo
propósito era conseguir un insuperable estado físico. Este estilo de
Vinyasa utiliza los movimientos de Surya Namaskar (saludo al sol) para
entrar y salir de cada asana. Cada movimiento se coordina con una forma
especial de respirar y drishti, o enfoque de los ojos en ciertos
puntos, lo que ayuda a la concentración meditativa. Con el tiempo
Krishnamacharya estandarizó las secuencias de posturas en tres series:
primarias, intermedias y avanzadas. Los estudiantes eran agrupados de
acuerdo a su experiencia y habilidad, teniendo que memorizar cada
secuencia antes de avanzar a la siguiente.
Aun cuando Krishnamacharya desarrollo esta forma de practicar
Yoga durante la década de 1930, permaneció prácticamente desconocida en
occidente por casi 40 años. Recientemente se ha transformado en una de
las formas de Yoga mas populares, gracias al trabajo de uno de sus mas
leales y famosos discípulos: K. Pattabhi Jois.
Sri K. Pattabhi Jois
Pattabhi Jois conoció a Krishnamacharya en sus tiempos
difíciles, antes de los años en el palacio de Mysore. Era un robusto
niño de 12 años cuando asistió a una de las charlas de Krishnamacharya.
Intrigado por la demostración de asanas le pidio a Krishnamacharya que
le enseñara Yoga. Las lecciones empezaron al día siguiente, horas antes
de que sonara la campana de la escuela y continuaron cada mañana por
tres años hasta que Jois tuvo que abandonar su hogar para entrar en el
Sanskrit College. Cuando Krishnamacharya acepto el puesto de profesor
en ese College, dos años mas tarde, Pattabhi Jois, desbordando de
alegría reanudo sus lecciones de Yoga.
Jois conservo una inmensa cantidad de recuerdos de los años que
estudio con Krishnamacharya. Durante décadas ha mantenido el trabajo
que le dejo Krishamacharya con gran devoción, refinando las secuencias
de asanas sin inflingirles modificaciones sustanciales, tal como un
violinista clásico pudiera matizar la melodía de un concierto de Mozart,
sin cambiar una nota. Jois, a menudo ha dicho que el concepto de
vinyasa se origino en un antiguo texto llamado Yoga Kuruntha.
Desgraciadamente, el texto desapareció, nunca nadie lo ha visto.
Existen tantas historias sobre su descubrimiento y contenido – he
escuchado por lo menos cinco de ellas que se contradicen – que uno se
cuestiona su autenticidad. Cuando le pregunte a Jois si el había alguna
vez leído el texto, respondió: “ No, solo Krishnamacharya”. Enseguida
le resto importancia a la escritura, indicando varios otros textos que,
también dieron forma al Yoga que aprendió de Krishnamacharya,
incluyendo el Hatha Yoga Pradipika, los Yoga Sutras, el Baghavad Gita.
Cualquiera fuesen las raíces del Ashtanga Vinyasa Yoga, hoy es
uno de los mas influyentes componentes del legado de Krishnamacharya.
Quizás, este método, originalmente diseñado para los jóvenes, nos
muestra un camino mas amigable hacia una espiritualidad mas profunda en
una cultura que valora la energía y lo externo mas que lo interno. En
las ultimas tres décadas un numero creciente de yoguis se ha sentido
atraído a su precisión e intensidad. Muchos de ellos han hecho el
peregrinaje a Mysore, donde Jois todavía enseña.
Rompiendo una tradición
Aunque, Krisnamacharya le enseño a niños y jóvenes en el palacio
de Mysore, sus demostraciones publicas atrajeron a diversas
congregaciones. Disfrutaba del desafío de presentar el Yoga a públicos
con diferente formación y educación. En sus frecuentes tours, que él
llamaba viajes propagandísticos, introdujo el yoga entre los soldados
británicos, los Maharajas musulmanes y los indios de todas las
religiones y credos. Krishnamacharya siempre enfatizaba que el Yoga era
para todos, y adecuaba sus enseñanzas para asi respetar las creencias de
sus estudiantes. Pero mientras pasaba por alto las diferencias
culturales, religiosas y de clases, siempre mantuvo una actitud
patriarcal hacia las mujeres. El destino sin embargo, le hizo una
jugada: El primer estudiante que llevó su Yoga al escenario mundial
pidió ser admitida vistiendo un sari... ¡ Y además era occidental!
La mujer, que llego a ser conocida como Indra Devi (nacida en
Zhenia Labunskaia, en la Latvia pre-soviética) era amiga de la familia
real de Mysore. Después de ver una de las demostraciones de
Krishnamacharya, pidió ser admitida como estudiante. Al comienzo ni
extranjeros ni mujeres. Pero Devi insistió, persuadiendo al Maharajá
que intercediera en su favor con este brahmin. De mala gana
Krishnamacharya inicio las clases, sometiéndola a una estricta dieta y a
un difícil régimen de enseñanza destinado a quebrar su voluntad. Ella
paso cada desafió impuesto por Krishnamacharya, llegando a ser amiga de él y ejemplar estudiante.
Indra Devi
Después de un año de aprendizaje, Krishnamacharya le pidió que
enseñara Yoga. Le pidió que atrajera a las clases un cuaderno y paso
con ella varios días dictándole sus conocimientos sobre como enseñar el
Yoga, sobre dieta y pranayama. Inspirada en estas enseñanzas, escribió
mas tarde el libro best seller sobre Hata yoga, Forever Young, Forever
Healthy (Prentice Hall, Inc., 1953). Años después de haber estudiado
con Krishnamacharya, Devi fundó la primera escuela de Yoga en Shangai,
China, donde Madame Chiang Kai-shek fue una de sus alumnas.
Posteriormente logro convencer a los lideres soviéticas de que el yoga
no era una religión y asi pudo abrir las puertas de la Unión Soviética
al Yoga, donde hasta entonces era ilegal. En 1947 se traslado a Estados
Unidos. Viviendo en Hollywood llego a ser conocida como La primera
Dama del yoga, atrayendo a estudiantes como Marilyn Monroe, Elizabeth
Arden, Greta Garbo y Gloria Swanson. Gracias a Devi, Krishnamacharya
pudo disfrutar de su primera exposición internacional.
Aunque estudio con Krishnamacharya durante el periodo de
Mysore, el Yoga que enseño Indra Devi tiene poco en comun con el
ashtanga vinyasa de Jois. Como queriendo anunciar ya el altamente
personalizado estilo de <yoga que iba a desarrollar mas tarde,
Krishnamacharya le enseño a Devi de una manera suave, adaptando las
posturas, cada vez que era necesario, a sus limitaciones físicas
Devi siempre ha mantenido en sus enseñanzas este estilo suave.
Aunque su estilo no utiliza Vinyasa, usa el principio de las secuencias
de Krishnamacharya de manera que sus clases recorren un camino –
empezando con posturas de pie, progresando hacia un asana central
seguido de posturas complementarias y terminando con relajación. De la
misma forma que ocurrio con Jois, Krishnamacharya le enseño a combinar
pranayama y asanas. Los estudiantes de su linaje todavía practican,
cada postura con una forma determinada de respirar.
Devi agregó, además, un aspecto devocional a su trabajo que
llamo Sai yoga. La postura principal de cada clase incluye una
invocación de manera que el fulcro de cada practica contiene una
meditación en la forma de una oración ecuménica. Aunque ella misma
desarrollo este concepto, pudo ya haber estado presente en forma
embriónica, en las enseñanzas que recibió de Krishnamachara. En sus
últimos años, Krishnamacharya también recomendó cantos devocionales
dentro de la practica de asanas.
En la actualidad, acercándose a los 103 años, Devi recibe cada
tarde estudiantes en uno de sus seis centros de Buenos Aires, Argentina.
Y hasta hace tres años atrás, todavía enseñaba posturas. Bien entrada
en sus noventa años, continuo viajando por el mundo, llevando la
influencia de Krishnamacharya a mucha gente en Norte y Sudamérica. Su
impacto en los Estados Unidos se diluyó cuando ella se traslado a vivir a
Buenos Aires, en 1985, pero su prestigio en Latinoamérica se extiende
mucho mas allá de la comunidad argentina del Yoga.
Tendrás dificultades en encontrar a alguien en Buenos Aires
que no haya escuchado hablar de ella. Se contacto con todos los
estratos de la sociedad latina: El taxista que me llevo a la entrevista
con ella, la describió como una mujer muy sabia, al día siguiente de mi
entrevista, el ex presidente de Argentina, Carlos Menem la visito para
pedirle su bendición y consejos. Las seis escuelas de Yoga de Devi,
imparten 15 clases de asanas el día y los graduados de su curso de
formación de profesores, que dura cuatro años, reciben un certificado
internacional reconocido que equivale a un grado
pre-universitario.
Instruyendo a Iyengar
Durante el periodo en que Krishnamacharya les enseñaba a
Devi y a Jois, brevemente también le enseño a un niño llamado B.K.S.
Iyengar, quien creció para jugar, probablemente, el rol más
significativo, en introducir el Hata yoga en Occidente. Es difícil
imaginar como habría sido el Yoga que practicamos hoy día si la
contribución de Iyengar, en especial su detallada, precisa y sistemática
ejecución de cada asana, su investigación sobre las aplicaciones
terapéuticas y su diferenciación por niveles, el riguroso sistema de
entrenamiento que ha producido tantos profesores influyentes.
BKS Iyengar
También es difícil saber cuanto influenció su desarrollo
posterior el entrenamiento que recibió de Krishnamacharya. Aunque
intenso, el tiempo que paso junto a su maestro, fue corto: solo un año.
Además de inculcar en Iyengar devoción por el Yoga, quizá, planto
también las semillas que mas tarde germinarian en el yoga de Iyengar.
(Algunas de las características por las cuales es conocido hoy día
particularmente las modificaciones a las posturas y sus usos
terapéuticos son muy similares a las que Krishnamacharya desarrollo en
su trabajo de los últimos años). Posiblemente cualquier investigación
profunda en el Hata yoga produce resultados similares. De cualquier
modo, Iyengar siempre ha idolatrado al guru de su niñez. Todavía dice:
“ Soy solo un pequeño modelo en Yoga, mi guru fue un gran hombre”.
Al comienzo, el porvenir de Iyengar no era claro. Cuando
Krishnamacharya lo invito a vivir en su hogar - la esposa de
Krishnamacharya hermana de Iyengar –predijo que el poco flexible
adolescente no tenia futuro en el yoga. De hecho, lo que cuenta Iyengar
de su vida con Krishnamacharya suena como una novela de Dickens.
Krishnamacharya podía ser un profesor estrictísimo. Al comienzo casi
no se tomó la molestia de enseñarle a Iyengar, quien se pasaba la mayor
parte del tiempo regando el jardín y haciendo todo tipo de tareas
menores. El único amigo que tenia era su compañero de habitación, un
niño llamado Keshavamurty, que era el favorito de Krishnamacharya. Una
extraña jugada del destino hizo que un día desapareciera Keshavamurthy
para nunca mas volver. Solo faltaban días para una importante
demostración en el Yogashala y Krishamacharya, naturalmente, confiaba en
su pupilo estrella para que demostrara los asanas. Enfrentando a esta
crisis, Krishnamacharya rápidamente comenzó a entrenar a Iyengar en una
serie de complicadas posturas.
Iyengar practico, en forma diligente, y el día de la
demostración sorprendió a Krishnamacharya con una excepcional actuación.
Después de esto, Krishnamacharya comenzó la instrucción de su pupilo
con renovado vigor. Iyengar progreso rápidamente y empezó también a
asistir a Krishnamacharya en sus clases en el yogashala y a acompañarlo
en tours. Krishnamacharya continuo sin embargo su autoritario estilo de
instrucción. En una oportunidad cuando Krishnamacharya le ordeno que
hiciera hanumamanasana, (apertura completa de piernas, split), Iyengar
se quejo de que nunca había hecho es postura antes. ¡Hazlo! Le grito
Krishnamacharya. Iyengar lo hizo desgarrándose los músculos de la
corva.
Su corto aprendizaje termino abruptamente. Después de una
demostración de Yoga en el norte de la provincia de Karnataka, un grupo
de mujeres le pidió a Krishnamacharya que les enseñara. Krishnamacharya
eligió a Iyengar, su estudiante mas joven, para que impartiera esa
clase. En esa época las clases eran segregadas, es decir, las mujeres
estudiaban separadamente de los hombres. Iyengar impresiono a las
mujeres con su forma de enseñar. Y, a pedido de ellas, Krishnamacharya
designo a Iyengar como su instructor.
Enseñar fue una promoción para Iyengar, pero no contribuyo
mayormente a mejorar su situación. Enseñar yoga era todavía una
profesión marginal. A veces, recuerda Iyengar, comía solo un plato de
arroz cada tres días, sustentándose solamente con agua. Pero se entrego
en cuerpo y alma al yoga. De hecho, Iyengar dice que era tal su
obsesión por el yoga que, algunos vecinos y miembros de la familia
creyeron que había enloquecido. Practicaba durante horas, usaba pesadas
piedras para forzar sus piernas en Baddha Konasana (sentado con las
plantas de los pies juntas) o bien doblándose hacia atrás sobre un
rodillo compactador de cemento para mejorar su Urdhva Dhanurasana (la
araña). Preocupado por su bienestar, el hermano de Iyengar arreglo su
matrimonio con una joven de 16 años llamada Ramamani. Afortunadamente,
Ramamani respetaba su trabajo y llego a ser una compañera muy importante
en su investigación de asanas.
Varios ciento de millas alejado de su guru, la unica forma que
tenia Iyengar de aprender mas sobre asanas, era explorar con su propio
cuerpo y analizar los efectos. Con la ayuda de Ramamani, Iyengar refino
y mejoro las asanas que aprendió de Krishnamacharya.
Al igual que krishnamacharya, a medida que Iyengar ganaba
estudiantes, iba adaptando y modificando las posturas para satisfacer
sus necesidades. Y también, al igual que Krishnamacharya, Iyengar nunca
dudo cuando tuvo que innovar. En gran medida, abandono el estilo
Vinyasa de su mentor. En cambio, al desarrollar cada postura,
constantemente investigo la naturaleza del alineamiento interno,
considerando los efectos de cada parte del cuerpo, incluso la piel.
Debido a que muchos de los estudiantes que vinieron a el estaban en
peores condiciones físicas que los jóvenes estudiantes de
Krishnamacharya, Iyengar tuvo que aprender a desarrollar elementos
especiales (props: elementos de ayuda como bloques de madera,
cinturones de algodón, la pared) para ayudarles. Y , como alguno de
sus estudiantes estaban enfermos, Iyengar empezó a desarrollar asanas
como herramienta de curación, creando programas terapéuticos
específicos. Adicionalmente, Iyengar empezó a ver el cuerpo como si
fuera un templo y las asanas, como las oraciones. El énfasis de Iyengar
en los asanas no siempre gusto a su maestro.
Aunque en las celebraciones de los 60 años de Iyengar,
Krishnamacharya elogio las aptitudes de Iyengar en la practica de
asanas, le sugirió que ya era tiempo que se enfocara mas hacia la
meditación.
A través de las décadas de los años 30, 40 y 50, la reputación
de Iyengar como maestro y como terapeuta continuo creciendo. Obtuvo
estudiantes famosos y respetados, tales como el filosofo Jiddhu
Krishnamurti y el violinista Yehudi Menuhin, quienes lo ayudaron a
atraer estudiantes occidentales. En los años 60 el Yoga estaba formando
parte de la cultura mundial, e Iyengar estaba siendo reconocido como
uno de sus principales embajadores.
Sobreviviendo los años difíciles.
Aun cuando sus estudiantes prosperaban y difundían su evangelio
yoguico, Krishnamacharya volvió a encontrarse con tiempos difíciles. Ya
en 1947 el número de alumnos había bajado, considerablemente, en el
Yogashala. Según Jois, solo quedaban tres alumnos. El patrocinio
gubernamental también se había terminado, India había obtenido su
independencia los políticos que reemplazaron a la familia real de
Mysore tenían poco enteres en el Yoga. Krishnamacharya lucho por
mantener viva la escuela, pero en 1950 tuvo que cerrar. Un
krishnamacharya de 60 años se vio en la situación de tener que empezar
todo de nuevo.
A diferencia de algunos de sus protegidos, Krishnamacharya no
tuvo la fortuna de disfrutar de los beneficios de la creciente
popularidad del Yoga. Continuo estudiando, enseñando y desarrollando su
Yoga en casi total oscuridad. Iyengar estima que este periodo
solitario , cambio la disposición de Krishnamacharya. Según Iyengar,
Krishnamacharya podía permanecer distante bajo la protección del
Maharajá de Mysore. Pero entregado a si mismo, obligado a conseguir sus
propios estudiantes, tuvo mas motivación para adaptarse a la sociedad y
desarrollar mayor compasión.
Asi fue como, en 1950, cuando Krishnamacharya luchaba por
conseguir trabajo, debió aceptar un puesto de profesor en Mysore, en el
Vivekananda College de Chennai. Nuevos estudiantes aparecieron,
incluyendo gente de diferentes profesiones, estratos sociales y en
variadas condiciones de salud. Krishnamacharya tuvo que ingeniárselas
para inventar nuevos métodos de enseñanza. Y, a medida que iban
apareciendo estudiantes con menos aptitudes físicas algunos incluso con
incapacidades, Krishnamacharya debió adaptar las posturas para
satisfacer las necesidades de cada uno.
Por ejemplo, instruía a un alumno que hiciera Paschimottanasana,
(sentado con el cuerpo doblado hacia delante) con las rodillas
estiradas para estirar los ligamentos de la corva, mientras que hacia
hacer la misma postura a otro estudiante, pero con las rodillas
dobladas. Del mismo modo, modificaba la respiración de acuerdo a las
necesidades de sus alumnos, a veces reforzando el abdomen poniendo mayor
énfasis en la exhalación otras, en la espalda, poniendo énfasis en la
inhalación.
Krishnamacharya variaba la duración, frecuencia y las
secuencias en los asanas para ayudar a los estudiantes a alcanzar metas
especificas de corto plazo, como recuperarse rápidamente de una
enfermedad. Y , a medida que los alumnos progresaban, los ayudaba a
refinar las posturas hasta conseguir la forma ideal. En su estilo
particular, Krishnmacharya ayudaba a sus estudiantes a evolucionar de un
Yoga que se adaptaba a sus limitaciones individuales, a un Yoga que
maximizaba sus habilidades. Este enfoque, que hoy día se conoce con el
nombre de Viniyoga, se convirtió en la marca registrada de la enseñanza
de Krishamacharya en sus décadas finales.
Krishnamacharya parecía siempre dispuesto a ampliar estas
técnicas a casi cualquier estado de salud que presentara un desafió. En
una oportunidad, un doctor le pidió que le ayudara con un paciente
había tenido un infarto cerebral. Krishnamacharya manipulo los miembros
sin vida del paciente poniéndolos en diferentes posturas, una especie
de yogaterapia. Y como con muchos estudiantes de Krishnamacharya, la
salud de esta persona mejoro, y también la fama de Krishnamacharya como
terapeuta.
Fue la reputación de terapeuta la que atraería al ultimo, y uno
de sus mayores discípulos. Pero en ese tiempo, nadie -y menos
Krishnamacharya – sospecharía que su hijo, T.K.V. Desikachar, llegaría a
ser un famoso yogui, el que traspasaría del mundo del Yoga occidental,
la linea completa de las enseñanzas de su padre, en especial la de los
últimos años.
Manteniendo la llama viva.
Aunque nacido en una familia de yoguis, Desikachar nunca
sintió el deseo de continuar con la tradición. De niño, se alejaba de
su padre cuando este le pedía que hiciera asanas. Krishnamachatya lo
agarro una vez, le ató las manos y pies en Baddha Padmasana ( postura
del loto con los brazos cruzados detrás de la espalda y las manos en los
pies) y allí lo dejo por media hora. Este tipo de pedagogía no motivo a
Desikachar a estudiar yoga, pero seguramente la inspiración llegó por
otros medios.
TKV Desichakar
Después de obtener un titulo de ingeniero en la universidad,
Desikachar vino a visitar a su familia por un corto tiempo. Iba camino a
Delhi, donde le habían ofrecido un buen trabajo en una firma europea.
Una mañana cuando estaba sentado en los peldaños de la entrada de la
casa leyendo el periódico, vio acercarse por la estrecha calle un enorme
vehículo americano que se detuvo justo en frente de la casa de
Krishnamacharya. En ese preciso momento su padre salió de la casa,
vistiendo sólo un dhoti (tela de algodón enrollada alrededor de las
caderas) y las marcas sagradas que indican una vida entera de devoción
al dios Vishnu. Del asiento trasero del auto, descendió una mujer de
apariencia europea, de mediana edad, gritando: “ ¡Profesor, profesor!
”. Se lanzo sobre los brazos de Krishnamacharya con un abrazo efusivo.
La sangre debe habérsele ido de la cara a Desikachar al
presenciar esto, y sobretodo, cuando vio que Krishnamacharya también la
abrazaba. En esos días, las mujeres occidentales y los Brahmines no se
abrazaban especialmente no en medio de la calle, y menos tratándose de
un Brahmin tan observante como Krishnamacharya. Cuando se hubo ido la
mujer lo único que atino a decir Desikachar fue : ¿Por qué?.
Krishamacharya le explico que la señora había estado estudiando
yoga con él, y que gracias a su ayuda, la mujer por primera vez en 20
años había podido conciliar el sueño. Quizá, la reacción de Desikachar
al escuchar esta revelación fue una suerte de providencia o karma, sin
duda esta prueba del poder del yoga le sirvió como una curiosa epifanía
que, cambiaría su vida para siempre. En un instante resolvió aprender
lo que sabia de su padre.
Krishnamacharya no recibió, de buen grado, este repentino
interés de su hijo por el yoga. Le dijo que continuara con su carrera
de ingeniero y que dejara el yoga tranquilo. Desikachar se negó a
escuchar. Rechazo el trabajo en Delhi, encontró trabajo en una firma
local e insistió a su padre que le diera clases. Eventualmente
Krishnamacharya acepto. Pero, para asegurarse de que el interés de su
hijo era genuino – o para descorazonarlo- Krishnamacharya también fijo
la hora de inicio de las clases a las 3:30 de la mañana cada mañana.
Desikachar acepto, pero también puso su propia condición: Nada que
tenga que ver con Dios. Un ingeniero pragmático como el vio la
necesidad de la religión. Krishnamacharya respeto la decisión de su
hijo e iniciaron las clases con asanas y recitando los Yoga Sutras de
Patanjali. Y, como la familia entera vivía en una sola habitación, no
les quedo mas remedio, medio dormidos, que sumarse a las clases. Las
lecciones continuarían por 28 años aunque ya no tan temprano.
Durante los años que enseño a su hijo, Krihsnamacharya continuo
refinando su enfoque sobre el Viniyoga, haciendo programas especiales
para los enfermos, para las mujeres embarazadas, niños, y por supuesto,
para aquellos en la búsqueda dela autorrealización espiritual. Llego,
incluso, a dividir la practica de yoga en tres etapas, representando la
juventud, la edad madura y la vejez: Primero, desarrollar fuerza
muscular y flexibilidad, segundo, mantener la salud durante los años de
trabajo y de sustento de la familia, y finalmente, ir mas allá de la
practica física para enfocarse en Dios.
Desikacachar observo que a medida que iban progresando los
estudiantes, Krishamacharya no solo comenzaba a poner énfasis en una práctica de asanas mas avanzadas, sino que también, en los aspectos
espirituales del yoga. Desikachar se dio cuenta de que su padre sentía
que cada acción era en si misma, un acto de devoción, que cada asana
debía conducir hacia la calma interior. Del mismo modo, el énfasis que
ponía Krishnamacharya en la respiración tenia por objeto transmitir
implicaciones espirituales, conjuntamente, con beneficios fisiológicos.
De acuerdo a Desikachar, Krishnamacharya describía el ciclo
respiratorio como un acto de entrega: Inhala y Dios se acerca. Mantén
la respiración, y Dios permanece contigo. Exhala, y tu te acercas a
Dios. Mantén la exhalación, y entrégate a Dios.
Durante los últimos años de su vida, Krisnamacharya introdujo
los cantos védicos en la práctica de yoga, siempre ajustando el número
de versos para que coincidieran con el tiempo que los alumnos debían
permanecer en las posturas. Esta técnica puede ayudar a los estudiantes
a mantener enfocada la mente y los prepara para la meditación.
Cuando Krishnamacharya se inclinaba hacia los aspectos
espirituales del yoga, respetaba las creencias individuales. Una de sus
mas antiguas estudiantes, Patricia Miller, que enseña hoy día en
Washington D.C., recuerda que el dirigía las meditaciones ofreciendo
alternativas. Instruía a sus alumnos que cerrara sus ojos observaran
el espacio entre las cejas, y luego, decia: Piensa en Dios. Si no en
Dios, en el sol. Si no en el sol, en tus padres. Explica Miller que
Krishnamacharya exigía solo una condición: Que admitamos que existe un
poder mas grande que nosotros mismos.
Preservando un legado.
Desikachar propaga hoy día el legado de su padre, dirigiendo
el instituto Krishnamacharya Yoga Mandiram, en Chennai, India, donde se
enseñan todos los diferentes enfoques que tenia Krishnamacharya sobre
el yoga y sus escritos son traducidos publicados. Con el tiempo,
Desikacahar abrazo toda la gama de las enseñanzas de su padre,
incluyendo su veneración por Dios. Desikachar, sin embargo, comprende
el escepticismo occidental y enfatiza la necesidad de despojar el yoga
de sus atadura hinduistas, de manera que siga siendo un vehículo para
toda la gente. La visión del mundo de Krishnamacharya estaba enraizada
en la filosofía védica, la visión del mundo occidental lo está en la
ciencia. Versado en ambas, Desikachar ve su rol como el de un
traductor, llevando la antigua sabiduría de su padre a oídos modernos.
El principal propósito de Desikachar y el de su hijo Kausthub,
es el compartir esta antigua sabiduría con la próxima generación. Le
debemos a nuestros hijos un futuro mejor, dice. Su organización
mantiene clases para niños y también para los niños incapacitados. Y,
además de publicar historias y guías espirituales con un sabor
contemporáneo, Kusthub también esta produciendo videos para demostrar
las técnicas, para enseñarle a los jóvenes, usando los métodos
inspirados en el trabajo de su abuelo en Mysore.
Aunque Desikachar paso casi tres décadas como alumno de
Krishnamacharya, dice solo haber captado los fundamentos de las
enseñazas de su padre. Tanto los intereses como la personalidad de
Krishnamacharya semejan un calidoscopio, Yoga era solo una fracción de
lo que él sabía. Krishnamacharya también estudió disciplinas como la
filología, la astrología y también la música. En su propio laboratorio
ayurvédico preparaba formulas en base a yerbas. En India sigue siendo mas conocido como terapeuta que como yogui. También era conocido
gourmet, horticulturista y un gran jugador de cartas.
Pero el conocimiento enciclopédico que, a veces, lo hacia
aparecer distante, incluso arrogante en su juventud – intelectualmente
intoxicado, como suavemente lo caracteriza Iyengar- con el tiempo creo
la necesidad de comunicarse mejor con la gente. Krishnamacharya se dió cuenta de que una parte importante del conocimiento tradicional indio
que el atesoraba estaba desaparecido, y decidió abrir su gran reserva de
conocimientos a cualquiera con sano interés y suficiente disciplina.
Sintió que el yoga tenia que adaptarse al mundo moderno o desaparecer.
Hay un dicho indio que dice que cada tres siglos nace alguien
para reenergizar una tradición. Es posible que Krishnamacharya fuera uno
de esos avatares. Teniendo un gran respeto por el pasado, no dudo en
experimentar e innovar. Desarrollando y refinando diferentes ángulos,
hizo que el yoga fuese accesible a millones de personas. Esa difusión y
facilitación del yoga a todo el mundo es su mas grande legado. Tan
diversas como pueden ser las practicas nacidas del linaje de
Krishnamacharya, la pasión y la fe en el yoga siguen siendo la herencia
común. El mensaje tácito que proveen sus enseñanzas es que, el yoga no
es una tradición estática, es un arte vivo, que respira y crece
constantemente, a través de los experimentos y experiencias de cada
practicante.
Fuente: yogajournal
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