La verdadera esencia en el de vinyasa se experimenta cuando se alcanza el estado de tristana, que es la unión de los tres principales centro de atención del Ashtanga Yoga: la sincronización avanzada de la respiración y el movimiento, los bandhas y los dristis. Cuando esta unión florece, una poderosa ola de fluidez y elegancia emerga de la práctica, y la química resultante despliega las energías de los cinco elementos:
- Tierra: mula bandha que produce base de apoyo, estabilidad y fuerza.
- Agua: la fluidez de vinyasa que produce sudor.
- Aire: la respiración ujjayi y los bandhas que aportan agilidad.
- Fuego: el fuego digestivo purificador de agni.
- Éter: el sutil prana que todo lo invade.
Tristana se alcanza con la repetición; sólo así se consigue la familiaridad necesaria para realizar las transiciones y las posturas de forma sutil, natural y elegante.
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